Esta vez Cristina nos cuenta su trayectoria y proceso de transformación de su aula de infantil; una transformación tanto del aula física, como del día a día de los niños y niñas; nada que ver el antes y después. La conozco desde hace varios años y he sido testigo de esa transformación que puede inspirarnos a muchas.
Cristina Rincón lleva desde 2005 desarrollando su trayectoria profesional en el colegio San Viator de Vitoria-Gasteiz. Comenzó su recorrido como psicomotricista en la etapa de Infantil Y Primaria, desde 2007 es tutora de infantil y coordinadora de la etapa desde 2013.
Nunca pude imaginar la revolución que estaba por venir cuando hace cuatro años realicé la formación de asistente Montessori AMI con Guadalupe Borbolla en Vitoria-Gasteiz.
Tengo que admitir, que al venir de una profunda formación en práctica psicomotriz B. Aucouturier, durante el curso sentí un fuerte choque de conocimientos, pero conocer el alma de las aulas Montessori me abrió los ojos a una realidad muy distinta de la que conocía. La organización, ritmo y riqueza de trabajo de los niños en esas aulas distaba mucho de mi realidad.
Mi realidad consistía en un aula normal tradicional de una escuela tradicional normal sin apenas mobiliario, sin materiales, con mucho plástico y donde todo giraba en torno a la ficha. Era consciente de que si quería cambiar esa realidad tenía por delante un largo camino que recorrer con sus curvas y piedras incluidas, lo que no sabía, en aquel momento, era que lo haría acompañada.
Comprendí también que, si los niños son niños en todas partes la diferencia no debía radicar en ellos, sino en nosotros, los adultos que están a su cargo. De la mirada, formación, trabajo personal, organización de espacios y materiales de cada uno. Esta fue la comprensión que me brindó la esperanza para el cambio.
Por todo ello continué con mi formación en Galicia donde, además, de conocer el precioso proyecto educativo de la escuela Gándara, me hablaron de Ainara Muruzabal, una guía Montessori que orientaba a centros para ayudarles en la transformación.
A finales de ese verano me puse en contacto con ella y tras varias charlas Ainara me tendió su mano y me brindó su acompañamiento.
En septiembre comenzamos a dibujar la ruta hacia el cambio de realidad que quería experimentar. Comenzaron los acompañamientos mensuales en mi escuela, las visitas a otras escuelas, las formaciones de fin de semana en su espacio de Huarte y muchas lecturas y horas de dedicación.
Durante los dos años siguientes Ainara me fue dando las claves para reflexionar y diseñar mi espacio partiendo de mi realidad y de sus posibilidades.
Mi aula tradicional se convertía así en un pequeño laboratorio de investigación. Observar y analizar mi espacio fue conformando en mi mente el proyecto para el cambio.
Para definir ese proyecto me ayude de dos términos muy utilizados en práctica psicomotriz Aucouturier: continente y contenido. Entendiendo el continente como el cuerpo, la estructura, lo que sostiene. Entendiendo el contenido como lo interno, las emociones, los pensamientos y las vivencias.
En este proyecto, el continente es el aula, su diseño, su naturalización, su estética.
El contenido son los materiales, la metodología, el rol del adulto, lo que se vive y lo que se expresa.
Al año siguiente el proyecto tomaba forma y vida con el aula piloto. Un aula diseñada, pensada y mimada para contener y enriquecer la vida que se desarrolla en ella.
Actualmente el proyecto crece implementándose al resto de aulas de la etapa de Infantil. Con el deseo de que mi experiencia os pueda servir tenéis todo el proyecto a vuestra disposición en Instagram: cristina.rinconmontessori
Mila esker Cristina, por soñar y hacer ese sueño realidad. Con tu ejemplo nos inspiras a muchas, y nos constatas en la transformación en la educación es posible.