Hoy es jueves, día de que los otros dos grupos cocinen, por lo que a las 9 de la mañana varios niños van llegando con bolsas con comida que llevan a la cocina ¡Qué emoción!
Estos grupos como los anteriores pasaron por el proceso de decidir qué cocinar, buscar la receta, calcular cantidades y repartirse lo que cada uno traerá. Pero fue curioso observar la autonomía y la diferencia de decisiones de los mayores (11-12 años); estos eligieron un menú mucho más complicado (¡Y muy a su gusto, claro está!) pollo asado, patatas fritas y beicon; en seguida se organizaron; cada uno se iba a encargar de uno de los platos, por lo que se encargaba de calcular las cantidades, comprarlas, traerlas y cocinarlas. Esto les permitió organizarse en mucho menos tiempo, y ser muy eficaces en la cocina, así como en la limpieza.
Una vez metido el pollo al horno, los tres ayudaron a cortar y pelar patatas para 15. Pero ¿ Cómo se calculan cuántas patatas hacen falta? El niño encargado me contó que en su casa cocinó dos patatas grandes para calcular cuantas patatas fritas salían y así en proporción calcular cuántas necesitaba.

Y cada cual se pone a lo suyo; uno con el beicon y el de las patatas fritas decide ir en dos sartenes para ir más rápido.

Y una vez que el pollo está listo, cocinado en una salsa secreta que no nos quiso decir, toca cortarlo para poder repartilo.

Pero no sólo cocinar es la cosa; la cocina debe quedar como nos la encontramos, por lo que toca limpiar todo lo usado.
El otro grupo son dos niñas y un niño de 7 años. Estos decidieron hacer gofres por primera vez en su vida, por lo que tuvieron que traer y calcular la receta. Eso sí para poner en los gofres pensaron que podía haber; fresas, nata, nocilla y azúcar y por supuesto tenían que traer la máquina de hacer gofres, pero pensaron que si traían dos iría más rápido. Cual fue la sorpresa cuando no pudieron conseguir las dos, por lo que tuvieron que hacerlos todos con una sola; después de preparar la masa ir haciéndolos dos en dos, lo cual les llevó casi 3 horas ( viviendo las consecuencias directamente).

Mientras el resto de niños estaban arriba abriendo el apetito con el rico olor que subía por la cocina. Así que en cuanto en la cocina avisaron que ya faltaba poco, todos nos pusimos a preparar la mesa : “¿ Cuántos somos?” “Yo traigo los platos” “Yo los cubiertos”… y bajan a la cocina a por todo lo que necesitan y lo colocan en la mesa.

Pero no solo es la mesa: ¿ Qué mas necesitaremos para comer aquí en el aula? Los lavabos son muy pequeños, por lo que tenemos que improvisar un sistema para fregar los platos y secarlos.

¿ Y dónde colocaremos la comida? Todo tiene que estar pensado, para que comamos tranquilos.

Y una vez que todos estamos listos, hay que organizar cómo vamos a hacer el reparto. Esperamos a que todos estemos en silencio y atentos.
Entonces empiezan a hablar los cocineros, que nos cuentan cuánta comida hay a cada uno y cómo se va a repartir. ” Son 3 beicon para cada uno y los repartiré yo” “Para repartir las patatas os pido que os pongáis en una fila y así os las pongo en el plato”. Y así nos organizamos para que nos repartan la comida.

Pero esperamos a que todos estemos en la mesa con nuestra comida en los platos y una vez sentados, esperamos a estar todos tranquilos y en silencio. En ese momento un niño dice ” Se puede empezar”

Y disfrutamos de cada bocado de la comida. Todos felicitamos a los cocineros y charlamos de qué comidas nos gustan.

Y cuando hemos terminado el primer plato ( incluso algunos han repetido), a por el postre; los gofres que reparte los cocineros y cada uno le pone lo que más le guste.
De esta manera todo este proceso ha sido un actividad relacionado con su etapa de desarrollo y que parte de la motivación de los niños, en la que construyen su propio conocimiento de los conocimientos que ya tienen, en interacción con los demás y de la propia actividad. Un aprendizaje completo, integral, significativo y funcional.
¡Qué aproveche la comida!
¡Qué aproveche la vida!