Y llevo un par de días en el Colegio Montessori de Chihuahua, disfrutando cada momento del día y con muchas cosas que contar, cuando de repente me surge la oportunidad de ir a Creel a ver la Casa de niños Rakara, y sin pensármelo dos veces agarro mi mochila mi me voy para la sierra Tarahumara.
Allí Adriana y Juan Daniel me abren las puertas de su casa y de la escuela, y me cuentan la historia; cómo la comenzaron para sus hijos, la construyeron en 3 meses e hicieron muchos de los materiales, sillas y mesas de madera. Cómo querían que viniese una guía a trabajar, pero en el último momento no vino y Adriana de forma autodidacta y con apoyo de varias guías se fue formando y se quedó de guía.
Pero qué mejor presentación que la que ellos mismos hacen en este video:
Un día en la casa de niños Rakara comienza despacio; los niños tienen diferentes horas de llegada para que cada uno tenga su tiempo. Una guía les espera fuera y con ella platican un rato y dentro espera la otra, que después de le acoge con contacto físico, tocándole la mano, dándole un abrazo o platicando. Y así van entrando uno a uno a un espacio preparado al detalle y con mucho amor.
Así cada niño va buscando la actividad que más le pueda interesar: una niña llena las jarras de agua, otra agarra una bandeja con una jarrita y dos cuencos para verter de una a otro; mientras el otro hace el puzzle de México, saca todas la piezas una a una y las coloca en el tapete en el mismo orden en el que están en el mapa; un niño riega las plantas en las que dice “tengo sed” ; otra pone un tapete, coloca el binomio y saca todas las piezas.
Y de esta manera cada niño va encontrando su actividad, algunos individuales y otras en parejas. Algunos platican entre ellos y a otros les da curiosidad esa nueva persona que nos observa desde una silla, que soy yo y platican conmigo. Todo en un ambiente tranquilo, relajado y activo.
El ambiente está preparado con lo que cada niño necesita para hacer sus actividades y está al alcance de los niños. Por eso cuando un niño de 5 años decide hacer bollos de plátano ahí tiene una bandeja con todos los utensilios que necesita: dos recipientes, una jarra para medir, una bandeja con un tenedor y una cuchara, un vasito para colocar el huevo, un bote pequeño y una brocha para untar el aceite.
Además trae un librillo con la receta paso a paso con fotos reales en los que se puede observar claramente cómo hacer el movimiento y texto.
El niño mira la primera página y ve qué necesita; la harina. Va a por ella a la cocina, la trae, la mide en la jarra y la vierte en el recipiente.
Y así paso a paso sigue leyendo el librillo y haciendo todos los paso que este proceso tiene:
– Buscar el azúcar, verter, medir, y echarlo en el recipiente
– Buscar la levadura royal, tomar una cucharada y echarlo en el recipiente.
– Buscar y traer la sal, y con los dedos pulgar e índice tomar una pizca y echarla en el recipiente
– Pelar un plátano, colocarlo en el recipiente pequeño y machucarlo con el tenedor
– Buscar un huevo, y colocarlo en el cuenco pequeño (que es de su tamaño) de manera que no se mueva. Tomarlo con una mano, golpearlo contra la esquina del recipiente, cascarlo y dejar el interior del huevo dentro del recipiente y la cáscara a un lado.
– Buscar y traer la jarrita de aceite, verter en la posición que se observa en la foto hasta la medidad en el bote pequeño y se echa al recipiente del huevo.
-Batir el huevo con el aceite moviendo el tenedor.
– Verte el contenido del recipiente pequeño en el grande y se da vueltas.
– Con un pincel engrasar todos los huecos del molde
– Tomar una cucharada de masa y dejarla en cada hueco del molde
Y esto no es tan fácil, necesita todos los sentidos, concentración y coordinación de movimientos.
- Llevar el molde hasta el horno, meterlo, encender el horno y un reloj de cuenta atrás.
Y mientras se hornea, el niño comienza a lavar todo lo que usó.
Para todo este ir, venir, traer, llevar, verter, medir, mezclar, machucar, etc. el niño ha necesita casi dos horas, de usar todos sus sentidos, concentrarse y coordinar movimientos.
Y mientras tanto el resto de niñas y niños han tenido actividades diversas en un ambiente tranquilo, en el que apenas se oyen ruidos. Y para que todo esto tan sutil se de, el trabajo de las guías es fundamental. Ellas comienzan sentadas en dos sillas una al lado de la otra desde las que ven todo el salón, y ahí comentan lo que observan. Y según esto actúan; se acercan a una niña que da vueltas y después de un rato sin encontrar algo le proponen una actividad,van a la silla de espera donde se sientan los niños que necesitan algo de la guía y después de hablar con ellos les ayudan en lo que necesiten, lo cual a veces es escucharles nada más. Y en cuanto terminan se vuelven a sentar en la silla a observar todo lo que pasa. Y de esa observación surge la siguiente acción, como reponer jabón que se necesita para lavar los trastes o sentarse al lado de una niña que lleva casi media hora con el mapa de Africa y parece que no sabe como seguir. Y de esta manera tan delicada, basándose en la observación, van creando el ambiente, acompañando a los niños desde sus intereses, ofreciéndoles nuevos retos, y proporcionándoles herramientas para que sean más autónomos, y todo esto unido a una reflexión sobre ellos que coordinan a cada rato, casi cada 10 minutos, y en la reunión que tienen por la tarde.
Esto me lleva a reflexionar sobre cómo poder ponerle palabras a todo lo que estoy viviendo tan sutil , y verdaderamente no hay palabras que describan esto. Pero de golpe me vienen varias; plena confianza en el individuo, en su autonomía y en que él puede, compartir con los demás y cerrar procesos y ciclos.
Y en ese momento, una niña me prengunta:”¿Quieres un café?” y yo le digo “Órale”
Así que la niña va a por una bandeja con un molinillo y café y comienza a molerlo con gran esfuerzo, ya que hay que sujetar con fuerza el molinillo.
Después pone el café en el filtro y llena la cafetera con agua, y lo conecta.
Y a poner la mesa, con todo lo necesario.
Y en ese momento el niño de 5 años que estaba cocinando me convida a un bollo de plátano que justo está listo.
Y que delicioso este café con este bollo, hecho con tanta dedicación y esfuerzo ( el niño estuvo casi 3 horas en total) y compartido con tanto amor ¡Mmmm! saboreo cada bocado.
Y vuelvo a pensar: plena confianza en el individuo, en su autonomía, en que él puede, en su tesoro, en lo que lo hace especial. Compartir con los demás. Y cerrar procesos y ciclos.
Aquí todo esto no se dice; se hace. Lindísimo aprendizaje para todos.
http://www.rakara.org/video.html
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